- ¿Estás fumando?
- No - le contestó mirándole a los ojos mientras salÃa el humo de su boca y escondÃa el cigarro tras su espalda.
- Pero...te estoy viendo...
- Ya te he dicho que no.
Fue en ese momento en el que descubrió que tenÃa dos opciones. Una era discutir y hacerle ver que llevaba razón y la otra era dejar que cargase con su mentira el resto de sus dÃas.
A partir de ahà él comenzó a mentir con la misma frialdad y ella, de la misma manera, fingÃa que confiaba en su palabra.
Al final el tiempo fue destapando todo.
¡Qué gran responsabilidad tiene!! Poner a todo y a todos en su lugar...