Y vi las orejas asomar...
Asomaron muy poquito y me llamaron loca.
Cada vez las veÃa más cerca y más grandes.
Vi sus lomos marcados y creà que estaba delirando.
Hasta que un dÃa pude ver su gran dentadura y no hubo forma de convencerme.
Lo que no saben los lobos es que las zorras no necesitan a la manada para atacar.
Quizá deberÃan haber contado con mi astucia.