Todo tiene su momento.
Ni antes ni después, ni mejor ni peor.
Todo es cuando debe ser...

Por eso ahora rozas mi piel.


A veces dudo del camino recorrido.
Miro hacia atrás y no sé cuando dejé de reconocerme en esa imagen.
¿Cúando dejé de ser? ¿Cúando lo fui?


¿Cúando gire la cabeza para darme cuenta?
¿Cúando mire de frente a la realidad?
¿Qué es real?



La serenidad anhelada, la mirada tranquila, la sonrisa plena...
Quizá todo tiene su precio... En ocasiones puede parecernos demasiado caro, quizá probablemente lo sea.
La paz que anhelas requiere un enfrentamiento a tus propias guerras y en la batalla podemos resultar más heridos de lo que pensábamos. Pero una vez en pie se sigue andando.


Si, la luz fue entrando.
Ahora toca mi piel y es capaz de volver a erizarla.
Ahora soy capaz de reír sin motivo mayor que la propia risa.
Escucho salir de mi garganta la misma carcajada como la que provocaba mi hija en mi embarazo.
Todo es de otro color.



No pudo ser de otra manera.
La vida se ha llevado, la vida me ha traído.
¿Cúanto tiempo ha pasado?
¿Cúantas cosas he vivido sin saber que podría ser capaz?
¿Cúanto he sentido sin saber que tenía esa gran capacidad dentro de mi?

¿Ha sido real?


He pagado mucho...
Pero creo que ha merecido la pena.
Mis ojos han reducido su tamaño pero han aumentado su brillo.

El camino fue duro...ahora la luz está conmigo.